Mis aventuras y desventuras con el deporte

Últimamente no hago más que toparme con noticias sobre diabéticos que hacen cosas extraordinarias: subir al Everest, participar en maratones,  ironman… y la verdad, siento un poquito de envidia. Me imagino el trabajo y la constancia que hay que dedicar, para poder llegar a completar semejantes retos. Mientras yo, llevo años luchando contra mi pereza y soy casi incapaz de practicar deporte con regularidad.

La primera vez que me apunte a un gimnasio, aun se iba con el pantalón de chándal más viejo que tenias y la camiseta que un familiar o amigo había tenido a bien traerte de sus últimas vacaciones: casi igualito que ahora. Estuve unos años practicando lo que llamaban gimnasia de mantenimiento y de ahí, pasé al aerobic. La falta de tiempo y las pocas ganas, hicieron que lo dejara apartado.

Pero debute en diabetes, e intenté hacer caso de las recomendaciones y reengancharme a alguna actividad física. Casi recién llegada a este negocio, tuve la gran suerte de poder participar en aquel mítico Camino de Santiago que organizó la Asociación, dónde sufrí la mayor concentración de bajones por día de mi vida. Comprobé como mis necesidades de insulina bajaban hasta límites insospechados, a pesar de comerme a media mañana unos bocatas tremebundos. Aquella kilometrada me enseñó muchas cosas y sobre todo, espanto muchos miedos de todo tipo.

Así que en otro arranque de ánimo, volví al gimnasio. Lo intenté nuevamente con el aerobic. Las camisetas viejas ya no parecían estar de moda y habían sido sustituidas por unos modelitos ideales y un ambiente que poco tenía que ver con el de años atrás. Ya no me resultaba tan divertido. Aun así lo intenté durante unos meses, hasta que decidí probar algo nuevo: el spinning. Me pareció entretenido, pero mi azúcar se disparaba y al poco tiempo, una rodilla me empezó a molestar, así que encontré una excusa perfecta para dar carpetazo a mi última incursión al gimnasio.

Tiempo después me animaron a intentarlo con el running, hice lo que pude durante muchos meses, hasta leí revistas especializadas, pero, contrariamente a lo que decían, a mí el running no me terminó de enganchar. Correr en compañía estaba bien, pero hacerlo sola…la lista de excusas para no salir de casa, era inmensamente larga.

Ya hace tiempo que caí en la cuenta, que a la única actividad física a la que le había sido fiel  desde siempre, era a caminar. Quizás no sea una modalidad deportiva muy molona, pero dispone de distancias y paisajes para todos los gustos, desde volver a casa subiendo las escaleras, hasta ir a conocer la cruz del Gorbea.

Y ahí sigo, luchando a brazo partido contra mi amiga pereza.

Suerte a tod@s los que andáis en la misma guerra

Tótem

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El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho

 (Miguel de Cervantes Saavedra)

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