Hipoglucemias, sistema nervioso y entorno

Las primeras hipoglucemias que pasé, como desconocía sus síntomas y empezaba a tratar la diabetes y como también ignoraba que la glucosa además de ser el alimento principal del cerebro, lo era también del sistema nervioso, llegaron a asustarme.

Aparte de la confusión mental, me venía temblor de piernas y un estado de nerviosismo, que hacía imposible tratar conmigo, qué desagradables fueron aquellas primeras experiencias, (me han comentado que algunas personas llegan a sufrir incluso ataques de pánico), la de cosas que nos pueden pasar por desconocimiento o por no estar bien asesorados.

Yo por eso siempre recalco la importancia de relacionarse con centros y asociaciones, (por ejemplo Asvidia) y otras muchas más ya sean a nivel autonómico o nacional, donde personas como nosotros nos relatan sus experiencias junto con profesionales, que además de ofrecernos sus conocimientos, nos dan ese apoyo psicológico que a veces no encontramos ni en nuestra propia familia.

Me comentaba un viejo conocido que en su casa el abandono de su mujer y su hijo hacia su enfermedad era tal, que él mismo se hacía su comida porque era imposible meterles en la cabeza lo que era la enfermedad, tenía por toda la casa medios como zumos naturales (escondidos) para hacer frente a una hipoglucemia….. Lamentable pero cierto, el tener que convivir con gente que no sabría reaccionar a una bajada grave de glucosa.

Iñaki Kuartango

2 comentarios. Dejar nuevo

  • A las hipos les tengo un miedo tremendo! Llevo año y medio con la dulce compañera, y poco a poco, voy disminuyendo su presencia en mis controles… Pero hay días que por agentes externos, por culpa mía que no he calculado bien los HCs o por el ejercicio con más intensidad que hago, etc, aparece la hipo…

    Yo me entero que algo va mal, porque no soy capaz de mantener la concentración en nada, el vuelo de una mosca, me parece en ese momento, lo más interesante! Se me cambia el humor de cero coma, en un instante, de ser capaz de aguantarme a no aguantarme ni yo misma, y estar de una mala leche sin sentido alguno.

    Y sobre todo, cuando hago ejercicio, lo noto como si me fuera desinflando… Es decir, empiezo con energía, bien, y veo que poco a poco, no soy capaz de llevar el ritmo normal, y como me apago… Es como cuando se le acaba la gasolina al motor, cuando tiene tira bien, cuando no tiene, no tira por mucho que tu pises el acelerador…

    En mi vida, hay azucarillos en todos los sitios… No soy capaz de salir sin al menos uno…

    Y doy gracias, de que la gente que me rodea, se preocupa por mí, y saben lo que no debo comer, lo sí puedo, etc…

    A seguir cuidándonos!

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  • Yo también llevo azucarillos o caramelos, más que nada porque a veces me encuentro en lugares donde no tengo que comer, y he clculado mal la hora de regreso «a la civilización», alguna vez he tenido que recurrir a ellos, al terminar de nadar, o en el monte; pero ante todo tenemos que ser constantes, como dijo Maribí, recientemente en el Bloq, somos «corredores de fondo», y añado que abandonen los demás, nosotros !NO!.

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