El día del examen
Hoy me he ido a sacar sangre. “¿Ya han pasado seis meses?”, me preguntaba mientras me encaminaba hacia los laboratorios con ese cuerpo tan poco católico que te queda cuando te pones en movimiento por la mañana sin haber metido nada de alimento a tu vacío estómago. Pues sí. Cada seis meses toca este trance tan poco agradable en el que te clavan esa lanza (¿Alguien sabe por qué demonios es tan larga la aguja?) y te sacan tanta sangre. Otro misterio que nadie entiende. A veces (pocas, porque no me gusta mirar mientras lo hacen, como a la mayoría) veo por el rabillo del ojo cómo se llena velozmente la jeringa con esa sangre gorda, oscura, casi morada. Mientras, yo sigo mirando el lado opuesto a la practicante: “uf, qué cuadro más feo hay en esa pared”… “a ver qué libros tiene ahí”… “¡mira! Ese pisapapeles lo tiene mi tío Javi!”.
Y ciertamente, el trance es intenso, pero corto. “Bueno, ya está. Afloja el puño”. Se acabó. Y sales de allí como alma que lleva el diablo pensando en ese bar que hay abajo junto al portal, y tienes tanta hambre que te comerías al camarero por las patas. Ese es un momento chungo de la diabetes, porque entre que han pasado tantas horas, la tensión de sacar sangre y demás, es muy fácil pasarse desayunando. Yo suelo hacerlo. Y las mañanas que tengo análisis mi glucemia matutina es poco ejemplar. Pero he disfrutado de ese desayuno de categoría antes de que me entre el “síndrome del examen” que sobreviene a todo diabético cuando se saca sangre para una analítica periódica: “¿Cómo será mi hemo? ¿Tendré bien el LDL? Espero que la TSH siga a raya y no me venga un hipotiroidismo a estas alturas…” todas esas típicas dudas y preguntas que te hacen sentirte tan nervioso como un colegial tras salir de un examen. Porque en definitiva, todo se reduce a una cosa. A una sensación. A un objetivo: ¿Habré “aprobado”? y aprobar es, lógicamente, tener una hemoglobina glicosilada inferior a ese tótem del 7%. Bajo esa cifra, habrás aprobado con nota. Serás un líder en la comunidad diabética. Tus congéneres te honrarán en el foro, te harán pasillo cuando acudes a las charlas de tu asociación y el médico te regalará un depresor con un dibujito hecho a boli por él en uno de los lados. Y si sacas más de un 7%, serás un fracasado. Suspenso total. Te invade una sensación de que no vas bien. De que tu diabetes es un desastre. De que en breve te sobrevendrán las temidas complicaciones…
En definitiva, ir a sacarse sangre es una vuelta al pasado. A tu época escolar. A ese día de nervios que era el día del examen. Todo es igual que entonces, excepto que aquí no puedes copiar al compañero de al lado. Y cuando sepas la nota, tendrás otro examen al cabo de otros seis meses. Y después otro, y otro y otro… Cuántos exámenes me quedan aún. Me consolaré pensando que volveré a sentirme como un niño en exámenes dentro de seis meses.
Oscar López de Briñas
@oscarbrinas
http://jediazucarado.wordpress.com/
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4 comentarios. Dejar nuevo
[…] Hoy colaboro en el blog de la Asociación Vizcaína de Diabetes relatando una de las situaciones más conocidas por nosotros y a la que yo he llamado “El día del examen”. Podéis leerlo en este enlace […]
por cierto. he aprobado el examen!! 6,9% y una analítica para enmarcar. Estoy tan satisfecho que esta mañana, sin querer, he puesto un huevo…
Enhorabuenaaaaaaaaaaaaaa. Un notable. Que buena nota ja ja.
ME ha encantado eso de que te hagan pasillo si sacas un 7!!!!
Cuando sucede…. quieresquieresunmortalizar ese momentazo!! !
Muy bien descrito y enhorabuena, je,je te aplaudire y caere a tus pies cuando te vea. Oh! Tu el del 7 y bajando!!